24 de diciembre de 2012

Anchorage - Tranquility The Maelstorm Starts

Creo que toda la vida me he jactado de ser alguien sumamente triste por la incomprensión del funcionamiento del mundo y de cómo es que el desenvolvimiento de la vida se vuelve algo complicado, como si fuese incapaz de asirse al engranaje de la gran máquina que representan tanto nuestra primera como segunda naturaleza (entiéndanse a esta última como la sociedad). Así, desde puberto sentí el abandono por las constantes peleas de mis padres que casi los lleva a la separación, más adelante, cuando descubrí mis primeros textos de filosofía, me sentí empequeñecido por la obra de grandes hombres que se habían embarcado en la mar bravía del Ser. Esos náufragos de la Ilustración no fueron en su momento racionalizados por su servidor sino interiorizados como se contempla la Revelación. Progresivamente, y con el pasar de los años, había aceptado andar como labriego por las tierras áridas de mi corazón y la mente esperando encontrarme a mí mismo en este mundo. Como ustedes sabrán, la música siempre ha sido la Estrella de Belén, la brújula que marca la pauta, y hoy que me siento bastante decaído no puedo abstraerme de relatar a través de la música de Anchorage mis pinitos en este valle de lágrimas.

A mediados de los noventa y en un puesto de música callejera, de esos donde vendían casettes con el booklet fotocopiado del original en blanco y negro, me había hecho amigo del fulano que vendía cosas tan raras como difíciles de encontrar. Recuerdo que había cosas de Syd Barret, Miles Davis, Emerson, Lake & Palmer y algunas otras madrolas electrónicas que iban desde el mítico Polymarchs, el High Energy de Patrick Miller y unas ondas que yo desconocía absolutamente: el New Wave. Ese viernes y con el dinero que había quitado a un par de compañeritos de clase, compré The Serpent's Egg de Dead Can Dance, Lisboa de Madredeus, uno de esos fresones newaveros que no recuerdo ahora y algo que desde la primera calada (porque el puestero te probaba la mercancía antes que te la llevaras) me hizo llorar. Se trataba del Tranquility The Maelstorm Starts de un tal Anchorage. Cuando lo reproduje en mi Walkman, el cual llevaba a todos lados y era mi compañero de siesta, no pude comprender porqué la música parecía clásica pero tenía esos rasgos melancólicos que la hacían tristísima, como si todo estuviese perdido.

Años después de mi primer contacto con Anchorage, conocí el programa de radio que el buen Aldo Altamirano conduce desde hace casi veinte años. Ex-perimento Radio, bajo las ondas hertzianas de Radio UNAM, me mostró una imagen mucho más completa y detallada del sentido de la música de Anchorage. Cuando Aldo comentó el disco en aquellos ayeres - finales de los noventa, si mal no recuerdo -, recordaba esa vieja cinta magnética y la escuchaba varias veces para cotejar si era cierto lo que Aldo decía sobre la misma. Efectivamente me ayudó a comprender el concepto del abandono que va impreso en cada uno de los siete tracks que componen Tranquility The Maelstorm Starts. El relato de lo que pasa en un barco que está a la deriva fue plasmado magistralmente; no es fortuito que los títulos de los temas que componen esta genial pieza de música etérea hablen sobre el descobijo y la desesperanza ante lo inevitable. Substructure, la bellísima introducción neoclásica con todo y sus tres partes relata los primeros momentos en los que arrecia la tempestad y las aguas, con su tremenda fuerza, sacuden violentamente al pequeño barquito. Mi favorito de todo el álbum es la segunda pieza, Elements of Storm, la cual en sus ocho minutos nos cuenta el hermetismo y el caos del encierro en un cuarto que se sacude violentamente, cuando el desconsuelo llega y la confianza se va. Es inevitable derramar lágrimas porque así me he sentido la mayor parte de mi vida, como si fuera de mí todo fuera deslumbrante, cegador pero al mismo tiempo desordenado, frío y falso. Esta experiencia me ha hecho amar la canción y adoptarla como propia por el sentimiento de desolación que acompaña hasta la más maniquea de las manifestaciones sociales. El tema siguiente, Dawn, me gusta pero no es de mis favoritos. El que sigue sí lo es, y de hecho recuerdo que había sido considerado por no sé quién como uno de los temas más hermosos de todo el siglo XX. Tragedy, el siguiente, es un tema claramente introspectivo de piezas de piano y fragancias otoñales que sugiere la aparentemente tranquilidad del ojo del huracán. Vivo, esa preciosa joya, es hermosísima de pies a cabeza; tema excelso ejecutado de tal manera que conmueve desde las primeras notas a quien es capaz de sentir con el pecho abierto. Una pieza auténticamente etérea, dicho sea de paso. El último tema cierra con esa dulzura menguante que caracteriza las producciones tan vertiginosas y estrujantes como esta. Toward Stealth es, como su nombre lo indica, el sigilo para huir de la tormenta, el fin de la letanía en el que sólo quedan los escombros, los retazos de la embarcación. El desastre que queda después que uno se ha hecho pedazos por dentro en esta dolorosa travesía.

Quisiera disculparme por centrarme en la descripción de Elements of Storm y dar por sentado el aporte conceptual de Tranquility the maelmstrom Starts. Reitero, es un disco que siento tan mío que difícilmente podré ser objetivo como en otras ocasiones.

¡Gracias por leerme y permitirme desahogarme!



Proyecto: Anchorage
Álbum: Tranquility the maelmstrom Stars
Lanzamiento: 1994
Tracklist:
01. Substructure
- Chapter One: Arising Tempest
- Chapter Two: Without Shelter
- Chapter Three: Asunder
02. Elements Of Storm
03. Dawn
04. Abandoned
05. Tragedy
06. Vivo
07. Toward Stealth
País: Alemania
Sello: Hyperium Records
Estilo: Ethereal, Heavenly Voices



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